Las piedras rúnicas son una llamada a la reflexión
Las piedras rúnicas erguidas por
los vikingos a lo largo de las tierras nórdicas, han sido testigos silenciosos
de una época marcada por la intriga y la magia. Estos antiguos símbolos,
conocidos como runas, conformaron el alfabeto de los pueblos germanos y del
norte de Europa. Su legado perdura hasta nuestros días como un fascinante
enigma para explorar.
La palabra runa significa “secreto” o “misterio”. Y el
origen de la escritura rúnica ha sido objeto de especulación para muchos
arqueólogos, historiadores e investigadores interesados en el tema. Se cree que
el alfabeto rúnico es producto de una mezcla de alfabetos como el romano
antiguo, el griego y el etrusco. El lenguaje rúnico recibió el nombre de
Futhark, originado por el sonido de las primeras letras llamadas runas: Fehu,
Uruz, Thurisaz, Ansuz, Raidha y Kaunaz.
Existen varias versiones de este lenguaje que fue portador de secretos y sabiduría. Ahí está por ejemplo el futhark antiguo, el futhark germánico, el futhark anglosajón y el futhark escandinavo. La mayoría de los caracteres rúnicos son letras hechas de líneas rectas. De manera que se podían escribir, sin dificultad, sobre la superficie deseada. No existía ninguna formación para realizar el grabado, sino más bien cada cual escribía a su manera. Aunque con el paso del tiempo, según expertos en el tema, algunas personas se convertían en una especie de “maestros del arte rúnico”. Muchos mensajes, incrustados sobre las piedras, expresan sentimientos sobre la soledad, la tristeza, la muerte, el amor; pero también escribían textos jocosos. Asimismo dibujaban animales, objetos o incluso deidades; y con orgullo terminaban la inscripción con su nombre. Hay escrituras rúnicas que manifiestan consejos y exhortaciones ante las adversidades de la vida. Además, toda esa facultad de escribir con motivos decorativos, formaba parte de las aspiraciones artísticas de la época. Algunos versos rúnicos se repetían de boca en boca. Los hombres de esa época, como en todos los tiempos, tenían deseos sexuales. Y sus sueños eróticos, escribían sobre una madera, sobre un cuero o en una piedra rúnica. Se han hallado textos escritos por mujeres en honor a sus maridos. O viceversa, por hombres en memoria de sus esposas. Existen mensajes poéticos escritos en pequeñas maderas. Por ejemplo, los conocidos versos de Virgilio: “El amor todo lo vence” (Amor omnia vincit). Dicen que un sacerdote católico noruego ocultó un objeto debajo del piso de una iglesia con la inscripción rúnica: “Arni, el sacerdote quiere poseer a Inga”. Otro grabado encontrado en Dinamarca, en memoria de un tal Odinskar, dice: “Disfruta de tu tumba”. Un texto rúnico describe cómo el Rey Oden, llegó a conocer la magia y los secretos de las runas: “Sé que me colgué de un árbol durante nueve noches, herido estuve y empecé a comer mis carnes. De pronto levanté unas runas del suelo, grité y caí del árbol”. Otro texto de carácter religioso expresa: “Jesús, Jesús, Jesús es el guardián de la confesión”. En otras palabras, los textos rúnicos hablan de lo divino, de lo cotidiano y de aquello que aqueja al ser humano.
Cada piedra
rúnica debía ser alzada en un lugar donde la muchedumbre trajinaba todos los
días. Así podían leer los mensajes y apreciar el arte decorativo de sus
figuras. Era costumbre erigir piedras rúnicas como lápidas. Muchas piedras
rúnicas son parte de inmensos monumentos que los vikingos levantaron en
diferentes ciudades nórdicas. Los pueblos germánicos como los anglosajones,
alemanes, frisones y godos; también usaban runas para comunicarse. Pero a pesar
de esta realidad, no se ha escrito una extensa literatura con el alfabeto
rúnico. Los grabados rúnicos más antiguos de Suecia datan del siglo 200 D.C.
Los escandinavos creían que las runas estaban dotadas de poderes mágicos y
divinos. Era para ellos un “susurro de los dioses” que llegaba desde las
alturas. Por lo general, las runas eran grabadas entre dos líneas. Se empezaba
a escribir en un extremo y se terminaba
en el otro extremo, dando la impresión de ser dragones o serpientes. En
realidad, no se sabe con exactitud de qué tipo de animales se trata. Por eso se
habla de “animales rúnicos”. Los vikingos adoraban a sus dioses: Odín, Thor,
Balder, Loki, Bragi, Frey, Freya, Tyr, Oden, Njord, Idun y Skadi. Según la
mitología nórdica, esos dioses, pertenecían a una raza divina. Eran los que
inspiraban conocimiento, guiaban a los hombres y a sus almas por los senderos
que se merecían. Dominaban las artes de vencer al enemigo. Odín, creador de las
runas, fue sin duda uno de los dioses nórdicos más importantes. Con su caballo
de ocho patas solía aparecer por el cielo o por la tierra. Era un jinete
vestido con una capa negra, un sombrero de ala ancha que solía volar entre las
tormentas nocturnas. El pueblo escandinavo de aquella época admitía que las
runas eran oráculos divinos enviados por los dioses, y que encontraban su
cometido en las peticiones que hacían en sus rituales.
Un detalle curioso es que en un gran número de piedras rúnicas, existen cruces
grabadas. Y uno se pregunta: ¿eran cristianos los vikingos?
Los predicadores cristianos viajaban por el Norte de Europa con el fin de
catequizar a los escandinavos. Algunos estudiosos aseguran que muchas personas,
durante la época vikinga, eran cristianas. Sin embargo, no querían deshacerse
de sus dioses, y a escondidas levantaban piedras rúnicas con mensajes
cristianos salidos de sus puños. Es decir, el proceso de cristianización, en
Escandinavia, condujo a que el alfabeto rúnico sea sustituido por al alfabeto
latino que era el abecedario del resto de Europa. Pero para los vikingos, que
se desplazaban a otros países del Continente Europeo, el alfabeto latino o
romano no era desconocido, ya que un grupo reducido de su élite usaba
precisamente ese alfabeto, cuando escribían algo muy importante. Los misioneros
católicos hacían construir iglesias en suelo nórdico, y se encargaban de
enseñar el arte de leer y de escribir con letras latinas. Este hecho fue la
causa para la disminución del uso de las runas, y con el correr del tiempo
desaparecieron del mapa escandinavo en la segunda mitad del siglo XIII.
Javier Claure Covarrubias nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España), de la Asociación de Escritores de Madrid (AEM) y miembro de número de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España. Ejerce el periodismo cultural. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991).
Ha estudiado informática en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan) y en la Universidad de Uppsala (Suecia). También estudió matemáticas en la Universidad de Estocolmo, casa de estudios donde además obtuvo una Maestría en Pedagogía y una Licenciatura en Sociología. Formó parte de la redacción de las revistas literarias “Contraluz” y “Noche Literaria”. Sus poemas han sido publicados en varias antologías y ha participado en Festivales Internacionales de Poesía. Durante los últimos 15 años ha asistido al discurso Nobel del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, como también a las charlas del Premio Nobel de Literatura en la Biblioteca de Rinkeby, evento que se lleva a cabo para los estudiantes de los Colegios Askeby y Bredby.
Publicaciones: "Preámbulos y ausencias" (2004), "Con el fuego en la palabra" (2006), "Extraño oficio" (2010), "Réquiem por un mundo desfallecido" (2014) y “De Escandinavia a los Andes” (2016).
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