La ideología nazista debería haber desaparecido para siempre en 1945
La quema de ejemplares del Corán en
Suecia ha generado un profundo malestar y manifestaciones en los países
islámicos. Ante esta realidad, el Gobierno y las autoridades suecas no saben
qué hacer. Están atados de manos a la distorsionada «libertad de expresión» que
reina en el país nórdico. La libertad de expresión está consagrada en la
Declaración Universal de Derechos Humanos. Esta declaración describe que toda persona
tiene derecho a protestar, a pensar como quiera, a expresar sus opiniones, a
compartir información, a criticar a los que ejercen el poder, etc. Sin embargo,
todo debe llevarse a cabo de forma civilizada y pacífica. En Suecia se ha
desportillado el concepto de libertad en general. El 21 de enero del año en
curso, Rasmus Paludan, líder del partido danés ultraderechista Stram Kurs,
obtuvo permiso de la Policía sueca para quemar un Corán cerca de la Embajada de
Turquía. Envolvió el libro sagrado con panceta y, tras un fuerte contingente de
policías, le prendió fuego. Cinco meses más tarde, el 28 de junio, Salwan
Momika de origen iraquí obtuvo otro permiso para quemar el Corán a las afueras
de una mezquita ubicada en pleno centro de Estocolmo. Momika se limpió los
zapatos con el libro sacrosanto, lo pateó como si fuese una pelota de fútbol,
arrancó hojas, lo envolvió con panceta y le prendió fuego. A principios de
agosto Salwan Najem, que anteriormente ya había quemado el Corán, obtuvo de
nuevo permiso para cometer el mismo delito cerca del Parlamento sueco. El
domingo 3 de septiembre Salwan Momika, una vez más, quemó el Corán en la ciudad
de Malmö. A raíz de estos aberrantes incidentes, el mundo musulmán reclama al
Gobierno sueco que haga algo para evitar la quema del libro sagrado.
Durante 200 años Suecia figuró como un
país neutral ante la comunidad internacional, aunque en realidad nunca lo fue
en el sentido estricto de la palabra. Hoy en día llora amargamente para entrar
en la OTAN, pero Turquía le puso una gran piedra en el camino; alegando que
Suecia apoya a la organización terrorista del Partido de los Trabajadores de
Kurdistán (PKK). El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también se ha
manifestado sobre la quema de coranes con las siguientes palabras: «El Gobierno
sueco debe cuidar sus calles. Decimos no a Suecia en la OTAN mientras se
permita la quema del Corán». El líder iraní Ayatollah Ali Khamenei exige a
Suecia que los autores de la quema del Corán sean entregados a tribunales
judiciales de los países islámicos y señala: «Suecia se ha posicionado para una
guerra contra el mundo musulmán» Y en esta línea, la Embajada sueca en Bagdad
fue asaltada por furiosos manifestantes musulmanes. El Ministro de
Comunicaciones de Irak, Hayam Al-Yasiri, ha anunciado que su país suspende los
negocios con las empresas suecas. Y así muchos líderes de los países musulmanes
han repudiado categóricamente los actos salvajes de prender fuego al Corán. Y
como si fuera poco, Al Qaeda amenaza a Suecia con atentados terroristas. De
manera simultánea, el Servicio de Seguridad de Suecia elevó el nivel de amenaza
terrorista de 3 a 4 en una escala de 5. La libertad de expresión no es
incondicional. Desde este punto de vista, hay un límite entre la libertad de
expresión y la libertad de acción. También es cierto que existe una fuerte
correlación entre la libertad de expresión y la democracia. Es decir, cuanto
más amplia es la democracia en una sociedad, entonces se expanden los límites
de la libertad de expresión. No obstante, el límite entre lo que es delictivo y
lo que no lo es depende, en última instancia, de la decisión del soberano. En
otras palabras, no se debe confundir libertad con libertinaje, ni tampoco se
puede ir más allá de los límites fijados por el soberano. Una sociedad se
construye sobre la base de valores éticos y morales.
El filósofo holandés, Baruch Spinoza (1632-1777) de origen hispano-portugués,
afirmaba: «Nadie tiene por completo el derecho de actuar según sus deseos y a
su arbitrio, pues hay que obedecer incondicionalmente las leyes, incluso las
más absurdas». Charles Montesquieu (1689-1755), filósofo y jurista francés,
señalaba que la libertad consistía en hacer todo aquello que permiten las
leyes. Y Norberto Bobbio (1909-2004), filósofo y abogado italiano, le dio
diferentes significados descriptivos al concepto de libertad. En primer lugar,
hacía referencia a una libertad con rasgos de libertinaje, y la llamó «libertad
negativa o libertad sin impedimento». En consecuencia, una persona, según este
tipo de libertad, puede realizar un acto delictivo sin el impedimento de las
leyes ni del Estado. En segundo lugar, está «la libertad positiva o la libertad
democrática». Bobbio la definió como el poder de darse leyes a sí mismo. Y en
tercer lugar, está «la libertad autónoma». Dicho de otra manera, se refiere al
poder de no obedecer otras normas que las que uno mismo se ha impuesto. Bobbio
recalca que la autonomía no significa «no tener leyes», sino más bien, al igual
que en la libertad democrática, se trata de darse leyes a sí mismo.
Ahora bien, para entender lo que está
pasando en Suecia, hay que tomar en cuenta dos aspectos. La coalición que
gobierna en Suecia y ¿cómo interpretan ciertas élites suecas el concepto de
libertad de expresión?
Actualmente Suecia está gobernada por
cuatro partidos: Demócratas Suecos, Moderados, Demócratas Cristianos y
Liberales. El partido Demócratas Suecos se fundó a finales de los años 80. Tony
Gustavsson, historiador e investigador de la Universidad de Uppsala, haciendo
alusión a los fundadores, dice: «uno pertenecía al nuevo movimiento sueco
(nysvensk rörelsen), un movimiento de ideas fascistas. Otro pertenecía al
movimiento cabezas rapadas (skinnskallerörelsen), un movimiento racista, y
otros parecen haber cultivado diversos tipos de contactos nacionalsocialistas y
se han movido sin obstáculos en estos entornos». Maria Robsahm, autora del
libro «Demócratas Suecos y el Nazismo», advierte: «El actual partido político
Demócratas Suecos se ha apoderado de una ideología que debería haber desaparecido
para siempre en 1945. Pero el nazismo y las tendencias nazis continúan, año
tras año, con la misma frecuencia bajo la pulida superficie de este partido de
extrema derecha». Tomando en cuenta todos estos aspectos, vale la pena analizar
los pensamientos que rondan en las cabezas de algunas élites suecas. Rickard
Jomshof es el actual presidente del Comité de Justicia en el Parlamento y
miembro del partido Demócratas Suecos. Este sujeto, de inclinación nazista, ha
hecho publicaciones extremadamente despectivas a cerca del Islam y del Profeta
Mahoma. Además, ha dicho, con mucho odio que le salía por los poros de la cara,
que «se debería quemar 100 coranes más».
Jimmie Åkesson, el líder del partido
neonazi Demócratas Suecos, no está de acuerdo con que se modifique la ley que
protege la libertad de expresión. Uno de sus argumentos es que si se modifica
la ley, entonces los grupos musulmanes exigirán nuevas prohibiciones. La
cabecilla del partido Demócratas Cristianos, Ebba Bush, también está en contra
de modificar la ley. Y el primer ministro sueco, Ulf Kristersson del partido
Moderado, tiene una posición ambigua, pusilánime e hipócrita en sus comentarios
acerca de la quema del Corán. Y ha dicho: «Nos encontramos en un estado muy
grave en cuanto a la seguridad de Suecia se refiere. Esta situación es la más
seria después de la Segunda Guerra Mundial». Kristersson no ha condenado
severamente la quema del Corán. En el país vecino Dinamarca, también quemaron
coranes, pero ha modificado su legislación. Copenhague ha prohibido por ley la
quema del Corán. La legislación finlandesa no permite la quema de Sagradas
Escrituras. En cambio las élites suecas, que actualmente gobiernan el país,
erróneamente creen que Suecia es el ombligo del mundo. Consideran que tienen la
mejor democracia. Y, por ende, una «impecable libertad de expresión». A decir
verdad, muchos países tienen una amplia libertad de expresión. Pero lo que está
claro, es que la libertad de expresión es una manifestación pública delimitada.
Para ejercerla hace falta tener inteligencia, educación, dos dedos de frente,
respeto, responsabilidad con otros seres humanos, etc. Libertad de expresión no
es difundir odio, rencor y desprecio. Libertad de expresión no es difamar, no
es «no tener límites» ni tampoco emitir señales de superioridad.
Lamentablemente ciertas élites suecas, todavía, no han entendido que la famosa
libertad de expresión tiene límites. No han comprendido que el libro sagrado
del islam, el Corán, encierra misticismo, cultura, sentimientos y religiosidad.
Y que millones de seres humanos caminan por los senderos del profeta Mahoma.
Obviamente se puede criticar a una religión, pero hay que hacerlo con altura.
Patear el Corán, arrancar hojas del libro sagrado, limpiarse los zapatos con el
Corán, envolverlo con panceta y luego quemarlo en público; es un insulto y un
acto de odio contra la comunidad musulmana en Suecia en particular, y contra
los pueblos islámicos en general.
Los partidos políticos Moderados y Demócratas Suecos hacen la combinación perfecta
para proyectar chispazos ultrarreaccionarios, no solamente en este aspecto;
sino también en otras áreas de la sociedad. Y esta realidad deteriora un Estado
de bienestar como es considerado Suecia. Pero afortunadamente hay una luz al
final del túnel. No todo el pueblo sueco está de acuerdo con la quema del
Corán. La empresa de consultoría en estadística, Kantar Public, a pedido de la
Televisión Sueca, realizó una investigación con una población considerable. Se
preguntó si se debería prohibir o no la quema de libros sagrados en público. Un
53 por ciento de los participantes considera que se debería prohibir la quema
de libros sagrados como el Corán, la Biblia y la Torá. El 34 por ciento
contestó que debería ser permitido quemar libros sagrados. Y el 13 por ciento
se sienten dudosos ante la pregunta.
Ojalá que la luz de la libertad de
expresión, en Suecia, arroje nuevos horizontes para convivir en paz en medio de
la diversidad.
Javier Claure Covarrubias nació en Oruro, capital folklórica de Bolivia. Es miembro del Pen-Club Internacional, de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE), de la Sociedad de Escritores Suecos, del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement), del Liceo Poético de Benidorm (España), de la Asociación de Escritores de Madrid (AEM) y miembro de número de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Capítulo España. Ejerce el periodismo cultural. Fue uno de los organizadores del Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa (Estocolmo, 1991).
Ha estudiado informática en la Universidad Real de Tecnología de Estocolmo (Kungliga Tekniska Högskolan) y en la Universidad de Uppsala (Suecia). También estudió matemáticas en la Universidad de Estocolmo, casa de estudios donde además obtuvo una Maestría en Pedagogía y una Licenciatura en Sociología. Formó parte de la redacción de las revistas literarias “Contraluz” y “Noche Literaria”. Sus poemas han sido publicados en varias antologías y ha participado en Festivales Internacionales de Poesía. Durante los últimos 15 años ha asistido al discurso Nobel del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, como también a las charlas del Premio Nobel de Literatura en la Biblioteca de Rinkeby, evento que se lleva a cabo para los estudiantes de los Colegios Askeby y Bredby.
Publicaciones: "Preámbulos y ausencias" (2004), "Con el fuego en la palabra" (2006), "Extraño oficio" (2010), "Réquiem por un mundo desfallecido" (2014) y “De Escandinavia a los Andes” (2016).
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