Poética
POÉTICA por Alberto Morate
Ser poeta no es solo escribir versos. Es, posiblemente, ver las cosas de otra manera. No solo es traducir con palabras la luz, el aire, el viento, el amor, el dolor, la sangre, el silencio, la soledad,... la realidad imaginada, y usar como herramientas los poemas para hacer llamadas al sentimiento, es también transitar por la vida y por el mundo buscando respuestas sin sentido.
Es, por lo tanto, o puede ser, que nunca hay nada irrefutable, un gran viaje en cuyo camino encontraremos piedras, eso seguro, pero también plenas emociones, libertad, hermosos encuentros.
Lo cierto es que en este peregrinar poético, la soledad también se hará presente, pero nadie mejor que el poeta para hacerla frente sin miedo.
El poeta trasciende las pequeñas cosas, es capaz de estremecerse como un relámpago o un trueno, iluminar con sus versos el paisaje oscuro de una sociedad en silencio.
Entonces, la vida adquiere sentido, y el poeta se convierte en cronista, reseñando el dolor y el amor, el placer y el sufrimiento, lo translúcido y lo opaco.
Desde su yo interior se expande hacia los demás provocando en los lectores un magnetismo de ida y vuelta, un retrato que produce eco más que reflejo, una visión de aguas cristalinas que genera frescor y deseo.
También es cierto que el poeta se puede sentir, muchas veces, aislado, rara avis, segregado, diferente, incomprendido, incluso rechazado y vilipendiado. Pero ahí es donde se hará más fuerte, tendrá mayor sentido crítico, mostrará la perplejidad de un mundo deteriorado e injusto.
Porque la poesía también es desengaño, desencanto, frustración, huida, refugio, trinchera, migración, escondrijo de aislamiento necesario.
Mas, siempre, emergerá el compromiso social, la terapéutica para otros, el rompimiento del aburrimiento cotidiano.
La poesía es todo eso. La poesía es vida. Nace, crece, se desarrolla, se expande, muere… y vuelve a nacer como ave fénix porque es eterna. Y única. Aunque haya mil y un estilos, mil y una estrofas y composiciones diferentes, mil y una noche de desvelos.
Queda en la historia del corazón humano, se resguarda en los sentimientos, busca, y aunque encuentre, sigue buscando.
Esa es la fuerza de la palabra. La palabra hecha verso, porque la palabra acontece, sale de repente, se hace viva, se personifica, la necesitamos para seguir existiendo.
Palabra escrita y palabra leída, como el pan y el agua, como el sol y la luna, como un elemento más de la naturaleza, aunque esta sea humana.
Todas las reflexiones que hagamos sobre la poesía y los poetas serán válidas. Porque en ese camino del que hablábamos al principio cabe todo. Caben las voces y los cuerpos desnudos, el verso rimado y el verso libre, cabe la paz y la esperanza, caben los lamentos y las desgracias, caben las lágrimas y la risas, cabe la denuncia y el amor limpio, cabe el tiempo y el espacio infinitos.
La poesía es el instante preciso en el que vivimos, es un juego, es la historia, es la necesidad de que exista.
No se puede definir la poesía. Y ni siquiera es imprescindible que se publique, ni que se escriba, ni que se lea, ni que se escuche, ni que se recite, ni que se comprenda. Solo hay que sentirla.
Es como el aire que respiramos, es todo y es nada, es realidad y es sueño, es deseo y constatación.
Está al servicio de lo íntimo, de lo compartido, en una hoja de otoño, también en un silencio, en un cielo gris, en una sonrisa, en una lágrima, por supuesto.
Nos salva de la podredumbre, estalla en el aire, echa raíces en la sensibilidad agazapada, se acomoda en la mirada de nostalgia.
La poesía a sí misma se basta. Los versos y poemas son solo la herramienta necesaria.
Quizás sea más fácil intentar decir qué no es la poesía.
Poesía no es
un verso más o menos largo,
más o menos profundo,
no es una palabra muda
ni un grito doloroso,
ni el deseo ni la realidad,
ni el universo ni la nada.
Poesía no es amar,
ni luz ni esperanza.
Menos es tristeza,
tampoco lágrimas,
ni luna, ni noche,
ni espíritu.
El corazón no es poesía
ni la blanca espuma,
ni el romance roto,
no es el rayo imprevisto,
ni el cuerpo desnudo,
ni el beso muerto antes
de salir de los labios.
No es la estrella fugaz
ni la perenne,
ni la canción ni el sueño.
Yo sé que estás esperando
que te diga
qué es para mí la poesía,
pero no lo sé.
García Márquez decía que escribía para que lo quisieran más. Posiblemente los poetas también hagan poesía para lo mismo, para ser queridos, no para mirar de otra forma como decíamos al principio, sino para que nos miren de otra manera, o porque es un impulso inevitable, o porque queremos trascender pero, a la larga, estamos solos, compañeros, compañeras, solos,...
Aunque no, porque la poesía siempre nos tendrá a nosotros y nos acompaña en los confines de nuestro más íntimo foso.
Alberto Morate
Noviembre 2019
Poeta, autor de teatro, profesor de Literatura, director de escena.
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Comentarios
sara
Entonces en definitiva que es para usted la poesía? Por otro lado preguntarle su opinión acerca de la poesía conceptual.
Sandra Hart
Alberto Morate, es un genial y talentoso poeta. Un apóstol de la poesía. Su poesía es mágica, cercana, va directo al corazón de sus lectores. Cuando se leen sus poemas, uno nunca daja de emocionarse.