Difícil Navidad la que se nos presenta

Difícil Navidad la que se nos presenta

Llevamos meses de entrenamiento, y durante ese tiempo, todos nos convertimos en augures vaticinando que, por estas fechas estaríamos igual o peor que en primavera o verano. Lo dábamos por sentado y parecíamos tener una especie de serena resignación ante la certeza de que esta Navidad no podría ser como las demás. Pues, ya está aquí y visto de cerca, no parecemos tan resignados.

Tengo la sensación de que, lo que más preocupa estos días no son los terribles efectos del maldito virus: cientos de miles de contagiados; decenas de miles de fallecidos; un número desconocido de personas con graves secuelas que les impedirán llevar una vida normal de aquí en adelante; el cierre de tantos negocios; la hostelería y el turismo en estado agónico; grandes empresas, que mantienen a sus trabajadores en “ertes” dramáticos y que, es de esperar, la mayor parte de ellos serán enviados al paro, sin remedio; familias sin ingresos, en la calle, sin esperanza. Viendo este negro panorama, no es lógico que estemos haciendo un mundo de cómo y con quién celebrar comidas y cenas. Parece, en definitiva, que solo nos angustiamos por tener que modificar nuestra manera de vivir unas fechas que se han convertido en la cima del consumismo: a comprar regalos y marisco, eso nos hará felices.

Con la boca pequeña afirmamos entender y compartir las medidas que nos recomiendan evitar aglomeraciones; huir de grandes celebraciones con compañeros de trabajo, mesura en las reuniones con familiares y allegados, ventilación continua, mascarillas, distancia social… ¿Y en los corrillos cotidianos, cuál es la prioridad? No es otra que la de pasarnos las restricciones por el arco de triunfo.

¿Quién no ha dado vueltas a la posibilidad de salir de las ciudades, saltándose los confinamientos, para volver a casa por Navidad?: cinco de familia, abuelos, hermanos/as y cuñadas/os y sus respectivos vástagos; sin olvidar a algún que otro allegado de esos que todos tenemos escondidos entre los libros de la estantería para sacarlos el 24 de diciembre.

Si es que somos como somos y si no hay polémica, la creamos; y si tenemos un problema grave, lo arrinconamos sacando al paso multitud de pequeñas tonterías que nos lo oculten a la vista. No hay más que acercarse a la mayor parte de los medios de comunicación que, en lugar de facilitar información seria y de utilidad, dan vueltas y más vueltas a cualquier minucia hasta que terminan por crear una primicia de lo que no es más que una nadería.

Confieso que empiezo a estar algo cansada de los informativos y sus noticias de temporada. Estos días, la moda son los reporteros audaces metiendo el micrófono debajo de la mascarilla de cualquier hijo de vecino que se deje atrapar, y mira que nos gusta que nos pongan un micro en los morros, para hacerle preguntas de tanto calado como: ¿cuántos van a ser en la cena de Nochebuena? ¿Tendrá Vd. Allegados en la comida de Navidad? ¿Cuántas horas mantendrá las ventanas abiertas? ¿Qué opina de la recomendación de no dar abrazos? ¿Considera más seguro los abrazos virtuales o los abrazos en lengua de signos?...

Resulta penosa tanta tontería mientras miles de familias solo pueden pensar en el frío que provocan las ausencias, estos días y por muchos años. En muchas casas, este año hay muy poco que celebrar y los abrazos que van a faltar son los únicos en los que podemos pensar.

JdeC – Diciembre 2020

Fotografía: Carlos Fernández Alonso.

Difícil Navidad la que se nos presenta
Julia de Castro Álvarez
Julia de Castro Álvarez

Nacida en Madrid es Graduada en Educación Social y ferroviaria. Apasionada de la literatura y el trabajo de voluntariado en barrios desfavorecidos del sur de Madrid. Colabora con la Asociación de Ocio y Tiempo Libre “Halcones de la Amistad” para dinamizar la vida cultural y el entramado social de estos barrios. Es miembro y fundadora del grupo de artistas, Rincón del Arte y de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional.

En 2012 coordina la publicación del libro de relatos para niños “Los hijos de la isla”, y en 2013 el poemario “Oigo susurrar a las hojas”, obras escritas con fines solidarios en colaboración con otros autores. En 2016 aparece su primer libro en solitario, “Escrito en femenino singular”, libro de poemas y relatos con la mujer como protagonista e hilo conductor. En 2019 publica la novela “La caja egipcia”, un viaje en el tiempo y el espacio en busca de las razones que llevaron a Teresa tan lejos de su tierra. La última publicación, por el momento, es un libro de relatos, La estupidez de creerse a salvo que pone sobre la mesa la sinrazón de creernos invulnerables ante las circunstancias de la vida.

En 2014 obtuvo el Primer premio en el I Certamen literario “Rincón del Arte – Haiku San” en su modalidad de poesía.

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