Estación primaveral

Aquellos paseos de la niñez

‒Va a llover ‒decía el abuelo y la madre corría a quitar la ropa de la tendedera.
 
Ya no pregunta ¿Cómo sabes que va a llover? ¿Para qué? Si en menos de cinco minutos caía el chaparrón anunciado. ¿Es que no hueles la lluvia? Y daba tres golpes con el bastón como quien no se explica que algo tan obvio no lo viera.
 
A pesar de todos sus achaques llevaba al nieto a recoger níscalos y el chico corría y corría con los brazos abiertos al viento, y la cesta vacía bailando desde el hombro a las manos. Le regañaba porque sin querer pisaba toda clase de hongos. El pequeño era incapaz de verlos debajo del musgo, el anciano sí, y eso que su vista no era tan buena como antaño.
 
Luego desandaban el camino. El mayor con la cesta llena y su cayado. El pequeño saltando a su alrededor. Si había que cruzar un arroyuelo le tomaba de la mano y el niño sentía aquellos dedos que raspaban, y aún así eran pura ternura.
 
‒No grites. Si chillas no podrás oír el sonido de las hojas secas.
 
Poco caso le hacía.
 
‒Abuelo, ¿Ya estamos en primavera?
 
‒No. Primero se tiene que ir el otoño, luego hay que pasar el invierno. Y de pronto, sin avisar, llegará la primavera, tímida como si tuviera que pedir permiso por iluminarlo todo, por rejuvenecer, por verdear y dar color, por regalarnos días más largos.  
 
Y se quedaba pesaroso pensando si tendría la suerte de disfrutar una nueva primavera. No hay nada como la naturaleza, decía, y recordaba cuando con el pie hacía asomar esa violeta, esa amapola, esa margarita que anunciaba la nueva estación tras las heladas y las nieves del crudo invierno.
 
Ya en el pueblo entraban en el bar, el viejo se tomaba un vino, el chiquillo unas rosquillas, mientras alguien le saludaba: ¿Cómo va la vida, Farandolas? Y él quitándose la gorra contestaba:
 
‒Feliz con mi nieto al lado.
 
Y justo en ese instante, el pequeño levantaba el mentón y miraba con orgullo a quien no se cansaba de demostrarle, que él era su más preciado tesoro.
 
 
 © Marieta Alonso Más 

Flores con encanto
Marieta Alonso Más
Marieta Alonso Más

Nace en Cuba en 1949. Hija de dos culturas, vive en España desde 1971, donde se licenció en Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, en la especialidad de antropología americana. Sus cuentos han sido publicados en diversas revistas y antologías. En 2013 publicó su primer libro ¿Habla usted cubano? En 2016 un libro de cuentos infantiles: Y… ¿Por qué? En 2018 su primera novela: La huella de los adioses. Una saga familiar en la que cada uno cuenta su vida y el momento histórico que le tocó vivir. En 2020 su segunda novela: Un año en Edimburgo. Elizabeth es asesinada durante la II Guerra Mundial. Y hasta aquí puedo contar. Dirige los blogs Cuentos de Marieta y ¿Habla usted cubano? Lee y disfruta.

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